Resulta paradójico que los anti-monárquicos manifiesten estar muy preocupados por el daño a la institución que puede infringir el rey Juan Carlos.
Por otra parte, los que propugnan la libertad sexual para los ciudadanos, les preocupa mucho la castidad de nuestra monarquía.
Tal vez, la cuestión reside en que estas excusas les permite intentar desprestigiar y criticar a la institución que desean abolir, para poder también restringir el poder a la Jefatura del Estado a su antojo.