El candidato del PSC, Miquel Iceta, es paradójicamente uno de los más perjudicados por el fiasco de la Agencia Europa del Medicamento. Ya sé que no tiene la culpa de nada. Ni ha dicho ninguna sandez sobre este tema. Ni sobre otros. Pero si la campaña sigue polarizándose sufrirá de lo lindo.
Porque el líder socialista catalán ha decidido hacer una campaña por la “reconciliación”, proponiendo "soluciones", intentando pasar página, volviendo a coser este país por dentro. Que falta que hace.
Sin embargo el indepdentismo ha optado por dejar de lado la autocrítica y volver a sacar pecho. En apenas unos días llevamos las declaraciones de Marta Rovira sobre los "muertos" y la reacción de este lunes al fracaso de la Agencia Europea del Medicamento.
Ni que decir que ellos no tienen la culpa de nada. Puigdemont ha culpado a la “violencia” del Estado, Comín a la “represión”, Tremosa a la nula influencia del Gobierno español. Si siguen así el votante medio llegará a la conclusión de que esto no tiene remedio y que la única solución para echarlos será votar Ciudadanos o el PPC. Colau es otra cosa. No se sabe nunca si va o viene.
Iceta, en cambio, se ha decidido por una campaña del buen rollo. Incluso ha fichado a Ramon Espadaler -y a la exportavoz de Unió, Montse Surroca- para atraer el catalanismo moderado. Una buena operación electoral aunque desde un punto de vista estrictamente cuantitativo -no hablo de ideologías-, seguro que Josep Borrell hubiera arrastrado más votos.
A mí la campaña socialista me recuerda un poco la de Trias en las municipales. Con Joaquim Forn, ahora encarcelado, de director. Cuando el entonces alcalde de Barcelona se creía que lo tenía ganado y optó por no bajar a la arena. Iba de alcalde por los barrios, no de candidato. El logo de su campaña eran sus gafas.
Que grave error. En política hay que pelear hasta el último voto. Cuando El País publicó el 16 de mayo del 2015 un sondeo en el que Colau pasaba a Trias empezó a haber fuga de votos de otros partidos. Es normal: todo el mundo le gusta apostar a caballo ganador.
Los socialistas, que tenían once, caían a tres. Al final pudieron salvar uno y se quedaron en los cuatro que ahora tienen. Pero para un partido que había gobernado el Ayuntamiento de Barcelona durante más de 30 años fue un duro golpe pasar a ser quinta fuerza política. Por cierto, de paso tampoco entiendo las declaraciones de Jaume Collboni el domingo pasado en La Vanguardia: “si Colau no tiene modelo de ciudad porqué pactó con ella?.
Queda mucha campaña por delante, pueden pasar muchas cosas, un mes en política es una eternidad, pero si Miquel Iceta y su equipo no espabilan Arrimadas puede llevarse el gato al agua. Al fin y al cabo Ciuadanos ya consiguió en las eleccions del 2015 200.000 votos más que los socialistas. Un partido que empezó con apenas tres diputados en las del 2006.