Ha bastado una rueda de prensa para mostrar las carencias comunicativas de la portavoz del Govern, Meritxell Budó.
De hecho han bastado apenas dos preguntas.
La primera sobre cómo tiene que reaccionar una familia en el caso de que uno de sus miembros esté enfermo.
La segunda sobre si una persona sola tiene que confinarse ¿puede salir a comprar el pan? ¿a hacer compras?.
En el TN noche del miércoles salía una profesora de español en Shanghai. ¡Le llevaban hasta la comida tres veces al día!
Meritxell Budó no quiso o no supo contestarme. Me desvió a Salut.
Hasta iba mirando la chuleta. Y eso que eran preguntas muy básicas, muy concretas, muy sencillas.
La prueba es que, por la noche, en TV3 emitieron un programa especial precisamente con el título "Coronavirus, queremos saber".
Es cierto que es licenciada en farmacia. Tiene incluso un master en industria farmacéutica.
Pero no tiene necesariamente que ser una experta en virus y pandemias.
El error fue empezar con las Creus de Sant Jordi como si no pasara nada.
Todavía le dio tiempo de desgranar, uno a uno, el resto de acuerdos de gobierno: el Plaseqta, la violencia machista, no sé qué de la Filmoteca y las obras en dos carreteras afectadas por el Gloria.
Cuando empezó a hablar del virus -me fijé en el reloj de mi móvil- llevaba ya más de 16 minutos de comparencia.
Seguramente la culpa no es suya. La dejaron un poco en la estacada. A pie de los caballos.
¿No hay un equipo de comunicación en Palau? ¿A qué se dedican Jaume Clotet, Anna Figuera, Pere Cardús?
Da la imagen de que esto ya es un poco un sálvese quien pueda.
Los colegas Marcos Lamelas, Camilo S. Barquero o Lluís Falgás hurgaron también en la materia o en los abusos en Exteriores.
Aquí también flojeó. Ni siquiera sabía cuántas denuncias había.
El propio Govern debió darse cuenta de la metedura de pata y el miércoles comparecieron cinco personas.
Torra, Buch y Vergés flanqueados por dos expertos: Joan Guix (Salud) y Sergio Delgado (Emergencias). Como debe ser en caso de cuestiones técnicas.
Es lo que tendrían que haber hecho el martes en vez de empezar por las citadas Creus de Sant Jordi.
Estamos en una emergencia santiaria. Hay que empezar a hacerse a la idea. El propio Torra ha hablado ya de “situación extraordinaria” en su comparecencia de este jueves.
¿Pero entonces por qué no se ha actuado también antes con más contundencia?
¿Por qué siguen poniendo parches?
Italia está cerrada.
En China empiezan a salir del agujero después de haber confinado 20 millones de habitantes en Wuhan.
A Donald Trump -el tan criticado Donald Trump- no le ha temblado el pulso a la hora de suspender todos los vuelos con Europa durante 30 días.
En Alemania se han encerrado los habitantes de una localidad entera por un solo afecado.
La Generalitat debería haber adoptado medidas drásticas desde el comienzo.
Incluso no se entiende por qué suprimir solamente actos de más de mil personas.
Y si hay un infectado en uno de menos de mil, ¿qué hacemos?
O actividades extraescolares solo si son alumnos de escuelas diferentes. Hay que suspenderlas todas.
En Igualada, apenas unas horas después de la comparecencia de la mañana, ya se descontroló la situación.
¡Nada menos que en el hospital! ¡El lugar con más prevención! Y con personal de baja que afectará ahora a todo el servcio en un momento crítico.
Habría que cerrarlo todo o casi todo durante quince días. Incluidas escuelas y centros comerciales. Y que no sean más.
La primera norma del gobierno en caso de crisis debería ser: si tienes que adoptar medidas drásticas -y dolorosas- cuanto antes mejor.
Explícalo bien luego a la población pero encara los problemas de frente.
Seguramente en la gestión de la crisis sanitaria ha influido también ese complejo de superioridad que tanto daño ha hecho al proceso.
La propia Budó decía el martes que “tenemos los casos controlados”, “los positivos con trazabilidad”, “podemos controlar los contactos” y que esto es lo que "nos diferencia” de otras comunidades autónomas.
¡Cómo si los virus entendieran de fronteras!
A pesar de todo hay que dejar claro que de la crisis del coronavirus sólo saldremos adelante si el gobierno, la oposición y toda la sociedad van a la una.
No es el momento ahora de hacer críticas más allá de las necesarias. Ni de querer sacar los partidos rentabilidad política.
Pero el gobierno tiene que ser también consciente -el de aquí y el de Madrid- que si no lidera para eso está la oposición.
Al fin y al cabo el liderazgo, como el movimiento, se demuestra andando.
Voy a poner un ejemplo.
En el 2002 hubo unas graves inundaciones en el centro y sur de Alemania. Provocaron daños materiales por valor de 10.000 millones de euros.
El entonces canciller Gerhard Schröder, del SPD, se enfundó unas botas de agua y visitó la zona en una foto que se hizo famosa.
Poco después ganó, contra pronóstico, en las elecciones presidenciales de aquel año. En efecto, todo el mundo daba como vencedor Edmund Stoiber, de la CDU.
Por esa época creo que era comisario europeo. O estaba de vacaciones o no se movió de Bruselas. Craso error: acabó perdiendo.
Schröder justifica en sus memorias que tomase la iniciativa porque “era necesario mandarle a los afectados una señal clara de que los polítcios que los tenían bajo su responsabilidad no los dejarían en la estacada” (1).
Pues eso.
Quiero decir con ello que Torra todavía está a tiempo de salvar su presidencia. O lo que le queda en ella.
Dependerá de cómo gestione la crisis del coronavirus.
Personalmente, visto lo visto hasta ahora, soy muy escéptico.
Y, como se imaginan, a estas alturas me preocupa más el futuro de todos nosotros que su carrera política.
Pero todavía puede estar a la altura de las circunstancias.
De entrada, yo dejaría para más adelante la mesa de diálogo y me centraría en el coronavirus.
No hay nada ahora más importante. La ciudadanía no entenderá otra cosa.
(1) "Decisiones. Mi vida en la política". Ed. Foca. Madrid 2007. Página 286-287.