Lo jodido de Cuevillas es que se ha cargado toda la base fundacional del proceso.
Porque si, como dice, no hay que dejarse inhabilitar “por una chorrada”, ¿qué es lo que han estado haciendo hasta ahora?
Pues eso: aprobando leyes, resoluciones, declaraciones, dictámenes e informes que no iban a ninguna parte. Que no tenían recorrido ni jurídico ni político.
Al contrario, la inmensa mayoría se hacían expresamente para que acabaran recurridos ante el TC y alimentar así el agravio comparativo.
¡Cuánta energía derrochada! Si Catalunya hubiera dedicado todo el tiempo y esfuerzos empleados en el proceso a otros menesteres ahora podríamos ser casi una potencia mundial.
Porque, además, Jaume Alonso-Cuevillas no es un mindundi. No es uno que pasaba por ahí. No, no: es nada menos el abogado de Puigdemont.
Al expresidente, tan proclive a incendiar las redes, no se le ha oído desde que empezó el culebrón.
Mientras que en TV3 lo han ventilado en un par de minutos antes de pasar al covid o las elecciones en Madrid.
Y eso que Cuevillas estaba cada dos por tres impartiendo doctrina en los medios oficiales de la Generalitat.
¡Pero si era el que criticó a Torrent por no seguir adelante con la investidura de Puigdemont!
¡Y el que pidió el cese de Miquel Buch!
También el que aseguraba que la independencia era “imparable”.
Por supuesto la proximidad a Puigdemont le comportó beneficios. No he visto carrera política más rápida: diputado en el Congreso en el 2019. Y diputado en el Parament en el 2021. ¡Hasta miembro de la Mesa!
Además le dejaban hacer lo que quisiese. ¿Quién iba a contradecir el abogado del jefe?
Por no hablar de otros beneficios profesionales. Seguro que ha cobrado todas las minutas. No como otros abogados, que todavía andán esperando y tienen difícil hacerlo visto los últimos resultados electorales del PDECAT.
Lo bueno es que la crisis estalla en plenas negociaciones con ERC para la formación del nuevo gobierno.
Hasta da argumentos a Esquerra: ¿Vosotros sois los valientes?
¡Pero si hasta el abogado de Puigdemont escurre el bulto!
En el fondo a Cuevillas le ha dado un ataque de ansiedad.
Aquí, en cuanto hay que travesar líneas rojas, los más listos escurrían el bulto.
El proceso siempre tuvo los pies de barro.
Las revoluciones las hacen los que no tienen nada que perder: los obreros, los mineros, los campesinos, los sans-culottes.
No los de arriba. Dirigentes políticos con sueldos de más de 100.000 euros al año y con despacho, secretaria y hasta escolta oficial.
Además se creían que sería coser y cantar. Todas las hojas de ruta del proceso ignoraban al Estado. Era como si no existiese.
El Gobierno central se quedaría con los brazos cruzados, los jueces no abrirían diligencias, los fiscales no investigarían, la Guardia Civil estaría de vacaciones.
Con el agravante, además, de que el Estado es también el Tribunal Constitucional, la Agencia Tributaria, el Ministerio de Asuntos Exteriores, el CNI, el BOE y si hace falta hasta el control el DOGC vía 155.
Pardillos, más que pardillos. No, peor: irresponsables.
Por eso, a Cuevillas le ha pasado lo que le pasa a cualquier crío en una noche de tormenta: que le ha entrado miedo.
Poco a poco se va desmontando el mito. Lo que es increíble es que sus votantes todavía no lo vean.