A veces tengo la sensación de que a los catalanes nos han abandonado a nuestra suerte.
Somos una especie de barco fantasma a la deriva.
Como si todo el mundo diera por hecho que esto del proceso no tiene remedio.
Catalunya, en efecto, no ha tenido suerte con su clase dirigente.
Ni la indepe ni la otra.
En la primera es para echarse a temblar por el nivel: Mas, Puigdemont, Torra.
La segunda generación (Aragonès, Borràs, etc) no invita al optimismo.
En la otra orilla tampoco hay nadie.
Lo de Ciudadanos fue una desbandada para irse a Madrid: Inés Arrimadas, Villegas, Espejo-Saavedra, De Páramo, Fran Hervías.
Ya sé que Albert Rivera se rodeó de dirigentes de su confianza para dar el salto.
Pero fue vestir a un santo para desvestir a otro.
Y, a la vista de los hechos, con malos resultados aquí y allí: ahora no son alternativa en ningún lado. Ni siquiera un partido bisagra en el Congreso. Con los Presupuestos los han ninguneado.
Manuel Valls, por su parte, tiró la toalla muy pronto tras una serie de errores.
Aunque la sociedad catalana de toda la vida también lo recibió con uñas y dientes.
El peor fue elegir un mal equipo de comunicación. En las municipales había demasiados maragallistas.
Ahora parece que tiene la cabeza más en Francia que en Barcelona.
Mientras que Pedro Sánchez pasó de la “crisis de convivencia” al “conflicto político”.
Es cierto que que se ha acabado llevando el gato al agua a pesar de algunas fotos y concesiones. Como las reuniones en La Moncloa y en Pedralbes.
No en vano tiene un libro titulado “Manual de resistencia". Tarde o temprano habrá que leer a ver si encontramos una pista sobre el personaje.
En efecto: ahí sigue. Incluso mejor que nunca a pesar de la pandemia.
Acaba de sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado con 17 votos del independentismo catalán (ERC y PDECAT). Sólo han votado en contra los irreductibles de JxCat y los de la CUP. En resumen: los antisistema.
Torra, en cambio, se dedica al cultivo de plantas y a cuidar los dos nuevos cachorros de la familia: Tro y Boira.
Eso sí con un sueldo intacto de 153.000 euros anuales durante cuatro años y luego una pensión de por vida de 92.000.
No esta mal para alguien que, cuando volvió de Suiza, no encontraba trabajo. A este hombre le han arreglado la vida.
¿Pero y el resto de catalanes, qué?
Me refiero a los que pagamos impuestos, los que levantamos la persiana cada día, los que abonamos la hipoteca en vez de lanzarnos a okupar pisos, los que que no somos de la PAH ni del volem acollir.
Los que, en definitiva, no salimos por TV3 y consideramos que el proceso ha sido un desastre.
Nos tienen abandonados. Nuestra orfandad política es absoluta.
¿A quién tenemos que votar en las próximas elecciones?
Bueno tenemos a Miquel Iceta.
Aparentemente es la única alternativa de gobierno al independentismo.
Ciudadanos ya no lo es.
Y Alejandro Fernández, tampoco.
Pero dos matices:
Primero. Mal asunto cuando la única alternativa a un gobierno indepe es un gobierno de izquierdas.
Algunos todavía recordamos el tripartito. El primero y el segundo.
Es cierto que luego los susodichos Mas, Puigdemont y Torra han superado todas las expectativas. Pero no deja de ser un magro consuelo.
Sólo le falta a Catalunya el partido de Colau en el gobierno de la Generalitat para colmar el vaso.
Además ERC ya ha dicho por activa y por pasiva que no.
Y en caso de que cambie de opinión tendrá la voz cantante en el gobierno porque presumiblemente sacará más votos que el PSC.
El segundo matiz es más personal. Que conste que Miquel Iceta me parece un buen tío. Ya es mucho habiéndose dedicado toda la vida a la política. Incluso, como se suele decir en estos casos, con la cabeza bien amueblada.
Pero va demasiado de buen rollo. En las últimas sesiones de control le he visto perdonar o no plantear el tema candente para no incomodar a ERC.
A mí me gustaría que fuera más echao pa lante. Que metiera el dedo en el ojo. Que dijera las cosas claras. Sólo con sesiones de baile no lo arreglamos.
Iceta no ha superado, en realidad, el marco mental del proceso. Siempre quiere hacerse perdonar. ¡Y eso que lo vetaron para el Senado!
Es partidario de los indultos -lo propuso antes del juicio-, la independencia con el 60% o aquello de España nación de naciones.
Yo también si hacen autocrítica y dejan de dar la tabarra. Me temo que si no no arreglaran nada. Al contrario, empeorarán la situación porque se creen los buenos de la película.
En resumen. no veo a nadie en el horizonte electoral -a uno y otro lado- capaz de sacarnos del atolladero.
La sensación de soledad es absoluta.
Por eso voy a terminar con una pregunta clásica a pesar de mi agnosticismo militante: ¿Dios mío, por qué nos has abandonado?