A pesar de las tropelías del rey Juan Carlos -yo fui juancarlista- es una suerte tener a Felipe VI como rey
Es cierto que ha tenido una educación esmerada.
Y sabe estar siempre en su sitio.
Pero tiene una cosa muy importante en los tiempos que corren: autoridad moral.
Es también una ventaja la monarquía como institución.
Aunque si, fuésemos República, no tengo ninguna duda de que llegaría a presidente.
Como Simeón de Bulgaria que, entre el 2001 y el 2005, llegó a presidente.
No de la República en este caso sino del Gobierno búlgaro.
Y creo sinceramente que, en su discurso de Navidad de este año, no dijo más de lo que tenía que decir. Ni menos.
No lo tenía fácil.
Lo que algunos llaman despectivamente el “régimen del 78” sigue en vigor. Menos mal.
De hecho el Rey mencionó la palabra Constitución hasta cuatro veces.
En un país cainita como España es una ventaja tener a alguien por encima de la brega política.
Al fin y al cabo, en Europa hay media docena de monarquías
Algunas democracias tan consolidadas com el Reino Unido.
No deja ser de curioso que sea igualmente la forma de estado preferida de países nórdicos com Suecia, Noruega o Dinamarca. Antaño modelos de estado de bienestar.
Sin olvidar tampoco a Holanda y a Bélgica.
Ni Luxemburo, Liechtenstein o Mónaco, aunque éstas sean un poco de menterijillas.
Francia ejecutó en su día a un rey.
No seré yo el que salga en defensa de Luis XVI.
Pero a veces parece que no acaben de encontrar la fórmula definitiva: llevan ya cinco repúblicas
E Inglaterra -más de un siglo antes- a otro, Carlos I
Para acabar instaranado otra dictadura, la de Oliver Cromwell, una de las figuras fundamentales de la historia inglesa.
La cosa acabó con una restauración monárquica: Carlos II, hijo del anterior, y la caberza de Cromwell dando tumbos. Incluso después de muerto.
Los experimentos, con gaseosa.