Alberto Nuñez Feijoo acaba de cometer el primer error como nuevo líder del PP.
Que conste que yo no soy militante ni simpatizante ni votante del PP.
Pero tampoco trabajo en La Sexta.
Y hablo como periodista.
Siempre digo que los países, para avanzar, necesitan partidos sólidos y honestos en el gobierno pero también en la oposición.
En una visita a Valencia se ha desmarcado del pacto entre el PP y Vox en Castilla y León.
“Es mejor perder el Gobierno que ganarlo desde el populismo”, ha afrimado
Como si no fuera con él.
¿Pero si no gobiernan con Vox con quién gobernarán?
Porque, en las últimas elecciones, el PP sacó 31 escaños, el PSOE 28 y Vox 13.
Aunque la reunión entre el presidenciable popular, Aberto Fernández Mañueco, y el lider socialista en la comunidad, Luis Tudanca, duró quince minutos y acabó entre reproches.
Quizá el gran error del PP fue avanzar las elecciones -con el visto bueno de Pablo Casado, por cierto- porque en las del 2019 sacó 29 -seis menos que el PSOE: 35- pero gobernaba con Ciudadanos (12).
Conclusión: nunca avances unas elecciones por motivos tácticos. En este caso desembarzarse del partido naranja. La ha hecho pero a costa de la subida de Vox.
En fin: lo hecho, hecho está.
Probablemente es el segundo error de Feijoo y eso que lleva pocos días al frente del partido.
El anterior fue dejar ir a Casado a la cumbre de líderes populares europeos donde parece que lo dejó de vuelta y media.
El último regalo del expresidente del PP ha sido una carga de profundidad.
No sólo por eso sino porque desaprovechó la oportunidad de tomar contacto con sus colegas europeos en plena guerra en Ucrania.
Los verdaderos líderes se crecen en momentos difíciles. Hay que dar la cara. Es la base del liderazgo.
Feijoo tiene que ser consciente que viene de Galicia donde ha gobernado cómodamente con tres mayorías absolutas sucesivas. (2009, 2012 y 2020).
En algunos casos ocultando incluso las siglas del PP, como en la última campaña electoral, o reforzando su perfil galleguista.
Pero Madrid no es Galicia. Ni el Congreso de los Diputados -con aquellos leones imponentes a la puerta- es el Pazo do Hórreo, sede del Parlamento gallego.
Si Feijoo acaba cediendo al marco mental de la izquierda nunca alcanzará La Moncloa.
Quedará como un líder serio, con buenas maneras, quizá incluso un conservador británico a la vieja usanza. Pero no hay nada que desgaste más en política que estar en la oposición.
Por eso tendría que haber defendido el pacto entre PP y Vox en Castilla y León a capa y espada. Y sin complejos. Mal empieza.