El viernes se me acercó un diputado del PSC en el bar del Paralment.
- ¿Tú crees que aguantarán?
- Con el apoyo del PSC, seguro. Les acabáis de votar los Presupuestos.
Estamos asistiendo, en efecto, al suicidio del PSC.
Catalunya es un país curioso en el que el que ganó las elecciones (Salvador Illa) da oxígeno al que quedó segundo (Pere Aragonès).
De hecho, como se sabe, Aragonès gobierna en minoría: 33 diputados de 135. Algo seguramente nunca visto en otras democracias de nuestro entorno.
Voy a omitir otros aspectos como las oscilaciones de Illa con los Presupuestos: de poner la mejilla una y otra vez -con desplantes incluidos- a vender cara la piel del oso porque Pedro Sánchez ya había pactado los suyos con Gabriel Rufián.
Da igual, ni tan siquiera sabemos si hay una partida sobre el Cuarto Cinturón -no debe haberla porque es una obra estatal-, la ampliación del Aeropuerto queda en un se estudiará y contra el Hard Rock hace campaña incluso TV3 con manifestaciones en contra de sólo 2.000 personas.
Da igual basta repescar la última intervención de Salvador Illa en el debate -en el que se apuntaba la medalla- para darse cuenta de que no quiere arreglar el lío catalán, sólo quiere -como buen hombre de partido, no en vano fue secretario de organización- que Sánchez siga en La Moncloa.
El dirigente socialista ha pasado del “pasar página” al proceso, que ciertamente estaba muy sobado, a “mirar al futuro” y “ordenar la política”.
Ya se lo dijo Alejandro Fernández, que estuvo a la altura del día aquel del “saltador de pértiga noruego”: menudo “papelón”.
En efecto el problema del PSC son los complejos. Viven acomplejados -¡todavía!- por el caso Banca Catalana y la Loapa.
Por eso, Salvador Illa no es que no sea alternativa, es que ni siquiera es alternancia.
Puede aspirar a 40 diputados, quizá incluso lo consigue, pero siempre necesitará Esquerra y los Comunes para gobernar.
Un calvario, como con el tripartito.
Debería hacer caso a Josep Maria Sala, el dirigente más histórico de todo el socialismo catalán, que en sus memorias dijo aquello de que "Esquerra siempre te acaba dando por culo".
Y eso no es alternativa, es más de lo mismo o un nuevo tripartito como temen incluso los de Junts.
Quizá el único aspecto positivo de que Illa haya votado los presupuestos de Aragonès en vez de dejarlo caer es precisamente la ruptura de la mayoría independentista.
El proceso, tal como lo hemos entendido hasta ahora, está muerto. Pero no se confíen. Volverán a la carga. Incluso con el apoyo del PSC, que siempre está dispuesto a echar una mano.