Querido señor Kohl:
Querría darle las gracias por la reunificiación alemana. Yo no soy alemán. De hecho, ni siquiera hablo alemán -apenas inglés y francés como lenguas extranjeras además de, claro, castellano y catalán-, pero querría agradecerle lo que hizo no sólo por Alemania sinó también por Europa.
Al fin y al cabo alcanzó la reunificación alemana sin pegar un sólo tiro. Cosa que no consiguió ni Bismarck. Y lo hizo en un tiempo récord de 329 días. Entre la caída del Muro aquel 9 de noviembre de 1989 y la unión el 2 de octubre del 1990. Créanme, yo estuve en Berlín Oriental de visita a medidados de los ochenta y era otro mundo. Lo más moderno que tenían era el Trabant.
Quizá estoy bajo el influjo de un dietario que en esa época escribió uno de sus más estrechos colaboradores en la cancillería, Horst Teltschik, y que casualmente encontré un día en una librería de segunda mano de Barcelona. Como el cementerio de los libros olvidados de Carlos Ruiz Zafón.
Pero los jóvenes de ahora no son conscientes de lo que hizo su generación: la URSS todavía existía. Y el Pacto de Varsovia, también. E incluso Alemania estaba tutelada por las cuatro potencias. Había que convencer hasta a Gorbachov. Y disipar las dudas que provocaba en Europa una Alemania reunificada. Los fantasmas del pasado.
Bueno, sí, unos años después le salpicó un caso de corrupción que afectaba a su partido. ¿Y qué?. Incluso en eso demostró integridad porque cargó con toda la responsabilidad. ¡Además, han pasado 16 años!. Siempre he pensado que los homenajes deberían hacerse en vida, no una vez ya fallecidos.
En realidad, hace dos años pensé infructuosamente que el 25 aniversario de la caída del Muro serviría, en cierta forma, de rehabilitación pública. Pero no. No apareció en el acto o ni siquiera le invitaron. Un poco como al ex presidente Christian Wulff -al que creo que tampoco invitaron- aunque luego resultó absuelto.
¿Mi teoría personal sabe cuál és? Que consiguió sacar adelante la reunificación porque sabía historia -doctor por Heidelberg nada menos-. Si los políticos actuales leyesen más historia iríamos mejor: si no puedes predecir el futuro al menos aprende del pasado. A veces les falta background.
Lo cierto és que fue una generación irrepetible: Khol, Mitterrand, Felipe González, Margaret Thatcher, Jacques Delors (no ha vuelto a haber un presidente de la Comisión como él). Por supuesto, no eran perfectos. Pero algunos me parecen más sólidos políticamente y más consistentes intelectualmente que algunos dirigentes europeos actuales.
La vida de un político, a veces, es amarga. Ahora está retirado de la vida pública. Su vida personal también resultó azarosa. Pero a Kohl lo aclamaron 200.000 personas en Chemnitz, 120.000 en Cottbus y 320.000 en Lepizig en la primera campaña electoral en la RDA. Y, el día de la reunificacion, aquel 2 de octubre el 1990, los gritos de “Helmut-Helmut” resonaban frente al Reichtag.
El dietario del señor Teltschik acaba con una frase lapidaria: “Alemania ha consumado su unidad”. A mi recuerda por su brevedad -salvando todas las distancias literarias e históricas- aquella famosa frase de Fanza Kakfa en sus diario del 2 de agosto del 1914: “Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, escuela de natación”. El ciclo de la historia se ha cerrado.
Vamos, ¿a qué esperan para hacerle un homenaje? Cuando muera todo serán panegíricos y páginas en los periódicos llenos de elogios. Pero entonces ya será tarde. Incluso deberíamos darle las gracias a Mijail Gorbachov. Aunque después el rodillo de la historia le pasó por encima.