Tengo la sensación de que nos están metiendo, poco a poco, en la III Guerra Mundial.
Que, obviamente, será nuclear.
O sea, que no quedará nadie. Ni siquiera para leer esta mierda de artículo.
Los que tienen la inmensa paciencia de seguirme ya saben que, en la guerra de Ucrania, oscilo entre el pesimismo y el catastrofismo.
Ya he expresado en otras ocasiones mis dudas de si estamos en Julio de 1914 tras la muerte del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo.
El asesinato fue el 28 de junio. La primera declaración de guerra no fue hasta un mes después: la de Austria a Serbia el 28 de Julio.
Luego se sucedieron las otras como piezas de dominó. Entre una y otra la gente estaba de vacaciones. El kaiser, por ejemplo, se hallaba de crucero por el Báltico.
La segunda opción es que estemos en septiembre de 1938 antes de la cumbre Munich. Al menos para los que comparan la situación actual con el appeasement de Chamberlain y Daladier ante Hitler.
Por último, la crisis de los misiles de Cuba. Esta fue en octubre de 1962.
Lo dijo el pasado martes Rafael Poch en un acto organizado en CCOO: “Estamos en el momento más peligroso desde la crisis de los misiles de Cuba”.
Poch sabe un montón porque fue corresponsal de La Vanguardia en Moscú durante veinte años (1988-2008).
Salí en busca de respuestas y salí acojonado. Llegué tarde al homenaje a Joan de Sagarra.
En los últimos días se me había levantado el ánimo porque la cosa parecía estancada.
Pero tres noticias de las últimas horas me han dado un vuelco el corazón.
La decisión de la OTAN de activar sus defensas contra armas químicas, biológicas y nucleares tras la megacumbre de Bruselas de este jueves.
El anuncio de Pedro Sánchez de enviar más armas a Ucrania. No sé si para tapar los problemas internos. Más valdría que se reuniera con los transportistas.
Finalmente una nota de prensa del Ayuntamiento de Badalona que anuncia que la Guardia Urbana de la localidad enviará 30 chalecos antibalas a Ucrania. Espero que no les falten en caso de atentado gihadista.
Además de “una importante cantidad de material” -cito textualmente- donada por la comunidad china de la ciudad. Espero que que en este caso no sean kalashnikovs.
Con lo cual deduzco que también hay chinos atrapados en Ucrania.
Mal asunto cuando una cosa tan importante como la política exterior de un país recae en manos de los ayuntamientos. Esto puede ser un campi qui pugi.
Ni que decir que está por ver ahora la reacción rusa.
A los primeros muertos con armas enviadas por Alemania va a salir Putin por la tele recordando a sus compatriotas los 27 millones de víctimas de la invasión nazi durante la II Guerra Mundial.
Sin olvidar que, en las guerras, el azar también juega.
Ya lo dijo Clausewitz en su clásico: “Ninguna actividad humana guarda una relación más universal y constante con el azar como la guerra” (1)
Quizá, sin saberlo, nuestra existencia también depende de un hilo: un fallo técnico o humano e incluso una escalada involuntaria.
Yo soy agnóstico pero los que crean que empiecen a llenar las iglesias.
Suerte a todos.
(1) Karl von Clausewitz: “De la guerra. Táctica y estrategia”. Idea Books. Barcelona 1999, página 44.