No hay nada peor que poner a un hiperventilado a gobernar.
No porque sea un hiperventilado -si al menos supiera gestionar- sino porque llega al cargo precisamente por eso.
Es lo que ha pasado con el consejero de Educación, Josep González Cambray.
Llegó a conseller porque era el director general de centros públicos de la Generalitat antes del 1-O.
Puso las escuelas al servicido del referéndum.
Además, a mediados de Septiembre de aquel año, Ensenyament asumió la presidencia del Consorcio de Educación de Barcelona porque Ada Colau se resistía.
Al menos se podría votar también en el cap i casal.
Sin olvidar el acto en Palau en el que 700 directores de instituto y profesores entregaron simbólicamente a Puigdemont las llaves de los centros para poder votar.
Como si fueran suyos.
El acto confirmaba, en todo caso, lo politizada que está la educación pública -y concertada- en Cataluña.
Eso sí, la tasa de abandono escolar es el 17% y, en los informes de Pisa, siempre salimos en la parte baja del escalafón.
Por ejemplo, en matemáticas en el 2019: íbamos por detrás de Navarra, Castilla y León, País Vasco, Cantabria, Galicia, La Rioja, Aragón y Asturias.
Ya ven, la inmensa mayoría comunidades ñordas en terminología indepe.
Es cierto que Cambray no es el único.
Mi preferido es el exconsejero de Cultura, Lluís Puig, que tras pasar por el cuerpo de bomberos y el Mercado de Música de Vic, llegó a director general de Cultura Popular.
Cuando Santi Vila ascendió a consejero de Empresa lo reemplazó.
Luego fue de los que huyó a Waterloo, regresó y volvió a irse.
Lo que ya dice mucho de él esos cambios de criterio. Su colega de Governació, Mertixell Borràs, hizo lo mismo pero al menos dio la cara: ya está en la calle.
Recompensada luego, por cierto, con la dirección de la Autoridad Catalana de la Competencia.
De todas sus declaraciones públicas que le oído ninguna que justificara que alcanzar no sólo la máxima resposabilidad sobre la cultura catalana sino simplemente como director general.
Pero, de todos, Cambray es el más hiperventilado de todos..
No ha parado de hacer méritos con la sentencia de la inmersión.
O cuando, en aquella escuela de Canet, expresó su apoyo al centro, no a los padres asediados en las redes.
Es lo que pasa cuando eres un hiperventilado: tienes que ir haciendo permanentemente méritos.
Sobre todo cuando tu currículum profesional -ingeniero técnico y licenciado en marketing- tampoco es para tirar cohetes.
De hecho, Josep González-Cambray (Lérida, 1972) consiguió incluso encabronar a los suyos: USTEC, el sindicato mayoritario del sector
Cuando decidió cambiar el inicio del curso escolar no sólo sin consensuarlo sino ni siquiera sin avisar.
Pero, con el drama de Sallent, ha rizado el rizo.
Negó inicialmente que fuera un caso de bullying no fuera que la escuela o la consejería tuvieran alguna responsabilidad en la muerte.
Luego, poco a poco, el departamento ha ido modificando su postura desde la negativa inicial. Eso sí: esto no sale por TV3.
Ahora ya sólo falta saber -en el caso de que se confirme- que hubo acoso por razones sexuales -la fallecida quería cambiar de sexo- sino también por razones de lengua.
A ver si, al final, Catalunya no es tan idílica como creen algunos.