Querida Inés:
Con la confianza que ma da conocerte desde hace muchos años.
Haber seguido tu carrera política desde el principio.
E incluso haber sido el primer periodista que te entrevistó cuando eras una simple diputada porque ya destacabas.
Es más, he presenciado intervenciones tuyas brillantes.
Cómo cuando le dijiste a Artur Mas en un pleno en el Parlament -el 10 de noviembre del 2015- que “con 34 años tengo más experiencia laboral yo en la empresa privada que usted”.
Por todo eso déjame decir, con toda franqueza, que vete ya.
Hace meses entrevisté al profesor Gonzalo Bernardos y creo que dio en el clavo cuando afirmó que eres "una persona preparada, aplicada, trabajadora, pero no es una líder”
“No tiene las ideas claras, no la huele, no la ve”, añadió.
En resumen, falta de liderazgo. Al fin y al cabo la política son básicamente dos cosas: instinto y el manejo del tempo.
Sospecho que tiene razón.
Sí, ya sé que es próximo al PSC.
Y que hasta cerró la lista de Jaume Collboni en las últimas municipales.
A mí, hasta me lo dejó por las nubes. Ahí, discrepo.
Pero, en tu caso, metió el dedo en el ojo.
Lo de Ciudadanos es una agonía. Una sucesión de errores. En el futuro podríais escribir un libro: “¿Cómo hundir un partido?”
Ya no entendí tu marcha a Madrid.
Me pareció un fraude al más de millón de personas que te votaron en el 2017.
El mapa político catalán ahora sería distinto: habría una alternativa al proceso.
Es cierto que hay tendencia a irse de Barcelona.
Tanto en el PP (Andrea Levy, Santiago Fisas) como en Ciudadanos (Villegas, Hervías, Espejo-Saavedra).
Desvestir a un santo para vestir a otro.
Si te hubieras quedado otro gallo cantaría.
Mitterrand, por ejemplo, llegó al Elíseo a la tercera.
Luego estuvo catorce años. Tantos que hasta se le apodó el emperador rojo.
No sé si fue una decisión personal -querer ver crecer a tus hijos en Madrid-, política -Albert Rivera, que te quería de segunda por si alcanzaba La Moncloa- o más la primera que la segunda.
Pero el declive de Ciudanos en Catalunya empieza ahí.
En el resto de España comienza cuando Rivera se negó a pactar con Sánchez en el 2019.
O a la inversa porque no sé si fue el uno, el otro, o los dos.
Para mí que demasiados gallos en el mismo gallinero.
La química personal, en política, es fundamental. Como en el resto de actividades humanas.
En fin, ya ves dónde está uno y dónde está el otro ahora.
La verdad es que un gobierno con Albert de vicepresidente habría inspirado más confianza a los mercados, que se dice en estos casos, que otro vicepresidido por Pablo Iglesias o Yolanda Díaz.
Me temo que fue un error de cálculo: pensar que se podía fagocitar al PP. El famoso sorpasso. Los excesos de ambición se pagan.
Desde entonces ha sido un no parar.
Los resultados en Catalunya ya fueron una advertencia: de 36 diputados a seis.
Luego os habéis quedado sin representación en Andalucía y en Madrid.
En Castilla-León habéis salvado apenas un escaño. Curiosamente el de Francisco Igea, tu rival en el último congreso.
Pero lo que más me ha sorprendido en los sucesivos batacazos electorales es que no salieras a dar la cara al día siguiente.
Quizá porque, si hubieras salido, tendrías que haber dimitido. Albert dimitió por menos.
A lo que hay que sumar errores estratégicos como la famosa moción de censura en Murcia.
No se toma una decisión así sin el visto bueno de la líder del partido.
En fin, tú misma.
No sé si Ciudadanos tiene futuro -que conste que los diputados en el Parlament hacen lo que pueden- o más vale que lo enterréis con dignidad.
Todo parece indicar que está en fase terminal.
Que con refundaciones ya no salváis nada y que lo de la bicefalia parace una estrategia por tu parte para seguir al frente
Haber recuperado Jordi Cañas mucho antes.
Seguramente hasta habría hecho mejor resultado que Manuel Valls.
Lástima, prometías mucho.