La Puntita · 23 de Enero de 2023. 13:03h.

JORDI GARCIA-PETIT PÀMIES

Jordi Garcia-Petit Pàmies

Inmigración, el debate que retrae a los demócratas

La migración ha sido una constante de la Humanidad desde antes del Paleolítico. Sin la migración por nomadismo no se habría poblado la Tierra. Grandes acontecimientos de la Historia fueron el resultado de migraciones masivas: la caída del Imperio romano, la expansión del islam…

La migración, devenida emigración, empieza a cuestionarse cuando se forman fronteras religiosas, se convierte en un problema político cuando se cierran las fronteras de los Estados.

Europa ha sido continente de emigración. Millones de europeos, ingleses, suecos, irlandeses, italianos, alemanes, polacos, españoles…, emigraron a América. Hoy, Europa, junto con Estados Unidos, es el destino preferido de millones de emigrantes.

Hago esta sucinta introducción para recordar que la salida de personas de un lugar, emigración, y la llegada a otro lugar, inmigración, ha sido históricamente algo frecuente, ordenado o dramático. Otra cosa es el asilo, siempre dramático, con el que la emigración es a veces confundida o ésta se mimetiza en aquél- en las oleadas de sirios que llegaron a Alemania en 2015 había paquistaníes, libaneses, afganos, bosnios, kosovares…-.

 En Europa se da un contradictorio discurso sobre la inmigración.

 Por un lado, el relato de que por las tendencias demográficas -baja natalidad, alta longevidad- se necesitan inmigrantes para asegurar el crecimiento y la competitividad. Dicho así, en España, con 2.837.653 parados (diciembre 2022), habría que añadir algún argumento, no dejarlo en una afirmación tautológica:  falta gente - ¿dónde, cuánta y para qué? -, hay que recibirla de fuera - ¿de dónde, quiénes y cuántos? -.

Por el otro lado, la inmigración molesta según dónde y según a quién, a las clases altas, no, no la viven de cerca.  A partir de determinado número, los inmigrantes afectan la vida social y política. Cada vez hay más ciudades con más barrios en los que la inmigración se ha ghettizado, o la han ghettizado, el resultado es el mismo.

Los inmigrantes crean problemas, de acogida en la sociedad que los recibe, de adaptación los que llegan. Inmigrar no es solo cambiar de país y continuar viviendo en la cultura propia, es adoptar las diferencias del lugar de acogida, solo así se es inmigrante, sino se es solo transeúnte.

Negar los problemas de y por los inmigrantes deja el campo libre a VOX, Le Pen, AFD y similares, que, sí que hablan (descocadamente) de esos problemas, exagerándolos o no -al demonizar a la extrema derecha, no los damos crédito ni cuando dicen que la lluvia cae de arriba abajo-, pero las soluciones que propugnan son éticamente inaceptables y políticamente impracticables, aunque tal inutilidad no impide su crecimiento en las urnas. El Ejido con un 29% de inmigración es un bastión de VOX.  

Los inmigrantes traen un relato emotivo, el de sus desgracias en el lugar de origen, y una justificación, vienen en busca de “un futuro mejor”. Merecen dicho futuro, igual como, sin ir más lejos, los 2 millones largos de catalanes inmersos en la pobreza y la marginación social.

Sabemos quién está obligado a darles un futuro mejor a los de aquí: el sistema económico y los gobiernos, olvidamos que la respuesta es la misma para los de allá. Los países de origen de la mayoría de los emigrantes -algunos hasta disponen de abundantes recursos naturales- tienen clases dirigentes, además de explotadoras, negadas, y gobiernos, además de incompetentes incluso tiránicos, corruptos descarados.

La UE es el primer donante mundial en ayuda al desarrollo y a la asistencia humanitaria. No sabemos cuánta de esa ayuda alcanza su objetivo y cuánta llega a sus destinatarios.

 Los emigrantes han padecido su suerte en carne viva, pero las sociedades de acogida no son culpables de ello. Han pasado ya tres y cuatro generaciones desde que los colonizadores europeos fueron echados.

Si no se es de extrema derecha, hablar de todo eso incomoda, obliga a  pensar, a reconocer la ghettización de los inmigrantes, física o cultural, a buscar soluciones y, de encontrarlas, a aplicarlas dedicándoles recursos cuantiosos.

Mejor tapar el problema con ideología voluntarista tipo “Welcome Refugees”, tanto da si son emigrantes o demandantes de asilo. Desde tranquilos despachos el “puertas abiertas” del “Welcome” reconforta, sitúa en la superioridad moral, permite un postureo de progresía de salón, pero deja el problema sin debate, sin comprensión, como carnaza para la extrema derecha.

Entre el “puertas abiertas” -el fin de la Europa democrática y social- y el descontrol de las llegadas masivas vía mafias, existiría una política de cuotas para cubrir necesidades reales. Pero consensuar eso parece demasiado complicado. Mejor continuar como hasta ahora, no hacer nada, dejar que el problema lo aguanten los que acogen y los que llegan.

 

Publicidad
Publicidad

4 Comentarios

Publicidad
#2 Barretina a rosca, Black hole, 24/01/2023 - 15:09

El Sr. Rius ya ha propuesto en algunos de su artículos algo parecido a un debate sobre este tema y "llovían" los "fachas"
, "facha del régimen del 78" y otras lindezas de este estilo.

El problema es la baja formación de los inmigracion en general, y no hablo de gente con "oficio", carpinteros, soldadores,etc. que para mí es gente con f

#1 Onofre de Dip, Vigo, 23/01/2023 - 16:18

Sobre todo es un debate que retrae a la izquierda. Pero algún día deberán enfrentarse a la realidad de los hechos.

#1.1 Bar Kokó, Bar Kokó otra ves, 24/01/2023 - 11:56

El PP no es que hable mucho. De hecho Aznar fue el primero que con la excusa de la construcción abrió la puerta a la inmigración no europea.

#1.2 Onofre de Dip, Vigo, 24/01/2023 - 13:57

La derecha, Bar, tiene más claro que hay que tomar medidas que canalicen de un modo ordenado la emigración. Pero la izquierda podemita y filopodemita, esa que anida en un sector del PSOE, aún sigue abonada al "papeles para todos", y no quiere entender que es lo que realmente piensan muchos votantes de izquierda sobre el tema.