Una de las consecuencias del proceso es que hemos perdido también la batalla de Madrid.
Y me temo que de manera irreversible.
Cuando yo era pequeño, en mis libros de EGB, Madrid y Barcelona iban frec a frec, codo con codo.
Aproximadamente un millón de habitantes para cada una.
Madrid era la capital política y Barcelona, la económica.
Un poco como Roma y Milán.
Luego la cosa empezó a cambiar.
Comencé a ser consciente de ello a finales de los 80.
En esa época viví un par de años en Madrid.
Además cerca del estadio Bernabéu.
Cuando la Quinta del Buitre encadenaba ligas.
Un día el taxista me metió en la M-30.
Me di cuenta de que Madrid ya ho era la ciudad burocrática y funcionarial que pregonaba el catalanismo oficial.
Es cierto que se beneficiaba del efecto capital pero estaba lleno de sedes de multinacionales.
Como se sabe ahora Madrid nos ha pasado también en PIB.
Claro, pero si se han ido hasta las empresas catalanas.
La sede de Caixa Bank está en Valencia y la Banc Sabadell en Alicante.
Todavía resuenan en mis oídos las palabras proféticas de Artur Mas en aquel mítin en L’Hospitalet: “Carmeta, no en marxarà cap”.
Si se descuida.
Porque lo peor es que no es que se hayan ido, es que no vuelven
¿Cómo van a volver con los que tenemos al frente?
Si están todo el día con el ho tornarem a fer aunque no lo volverán a hacer.
La economía necesita tres cosas: estabilidad política, seguridad jurídica y certidumbre económica.
De hecho, nos ha pasado hasta Ifema, la Feria de Madrid.
Ayer recibí un comunicado en el que el director de la Fira de Barcelona, Pau Relat, se vanagloraiba de que la Fira "es una de las principales ferias europeas, por detrás de las alemanas pero por delante de París y Milán”.
¡Sí, pero no decía nada de Madrid!
Se nota que es uno de los nuestros.
Como su segundo de a bordo, Constantí Serrallonga.
No en vano en la Feria participan Generalitat, Ayuntamiento y Cambra de Barcelona.
Pero Ifema nos ha pasado también delante.
Con el agravante de que fue impulsada por el exconsejero de Comercio de la Generalitar, Francesc Sanuy (1936-2017).
Voy a volver a la infancia. Como la magdalena de Proust. Cuando yo era pequeño Barcelona era conocida como la cidudad de “ferias y congresos”.
Ahora hasta Madrid nos ha pasado delante. También en esto.