Los últimos acontecimientos en la política catalana han servido para poner de manifiesto la contribución de los medios de comunicación al proceso.
La conmemoracón del cuarto anivesario del 1-0 -que en mi opinión pasó sin pena ni gloria- fue acogida de manera entusiasta.
En TV3 titularon que “miles de personas” se habían apuntado a las marchas reivindicativas.
Pero en el mismo subtítulo aclaraban que había 7.000 personas en Girona, 600 en la Catalunya central y 300 en las Tierras de Lleida.
¿Eso son “miles de personas”?
No es para tirar cohetes.
Además, según los organizadores, que siempre inflan las cifras hacía arriba.
Incluso La Vanguardia se apuntó a la eufora. También informaba a sus lectores de que “miles de independentistas” habían participado en las citadas marchas.
Yo ya intuí que la realidad iba por un lado y los medios por otro el día de la manifestación convocada ante el consulado italiano tras la detención de Puigdemont.
A las nueve de la mañana, hora de la convocatoria, eran 200 personas cortando la Diagonal.
Y habría que excluir a periodistas, escoltas de los consejeros, mirones, etc.
Luego, a medida que pasaban las horas e informaba TV3 en directo, fueron subiendo los asistentes.
Pero créanme: nunca llegaron ni siquiera al millar.
Lo que pasa es que con las entrevistas a Jordi Cuixart o los planos cortos de la televisión catalana parecía mucha que estuviera lleno.
Luego, en el Telenotícies volvieron a hablar de “centenares de personas”.
Al día siguiente, El Punt-Avui -dirigido por un amigo de Puigdemont- titulaba: “El 1-0 no se borra”. Y el domingo: “Camino de libertad”
Con una participación de 7.000 u 8.000 personas en una población de más de 7,6 millones de catalanes no es mucho, la verdad.
En la protesta contra la presencia del Rey en la Plaza España -que venía a inaugurar el Salón del Automóvil- lo mismo: unas doscientas personas.
Quizá deberíamos añadir también en la lista la decisión de la justicia de poner en libertad a Puigdemont. La decisión era de cajón a la espera de lo que decida el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Pero no deja de ser curioso que la fuente de referencia de las dos grandes emisoras del país (Rac1 y Catalunya Ràdio) sea el abogado de la defensa: Gonzalo Boye.
O que el director del principal diario -Jordi Juan, de La Vanguardia- publique ese lunes un artículo a favor de Puigdemont con el explícito título de “Déjenlo estar”.
Voy a poner un último ejemplo del mismo grupo de comunicación. El pasado jueves la tertulia de Rac1 era Anna Gómez, Xavier Doménech, Ramon Rovira, Xavier Melero y Francesc-Marc Álvaro.
A la primera -periodista- no la conozco pero me basto ver en su perfil de twitter que tiene una estelada.
El segundo es el exdirigente de los Comunes, partidario del derecho a decidir.
El tercero siempre ha estado en el espacio convergente y ahora postconvergente. De hecho hacía la información presidencial -el seguimiento de Pujol- cuando estaba en TV3.
El cuarto es el abogado de Quim Forn aunque nunca ha ocultado su discrepancia con el independentismo pero dos días antes publicaba un artículo ... a favor del indulto preventivo a Puigdemont.
Mientras que Francesc-Marc Álvaro ha sido el principal gurú primero de Convergencia, después del proceso hasta que las cosas no han salido cómo pensaba.
Fíjense que no había ningún socialista o tertuliano próximo a Vox, Ciudadanos, PP por citar otras fuerzas parlamentarias. Y no es que esté yo a favor de las cuotas.
Pero así transmiten la idea de que casi todos los catalanes están a favor del proceso.
Con las tertulias de TV3 o de Catalunya Ràdio pasa lo mismo: tres tertulianos a favor -cuatro si contamos el presentador- y uno en contra.
El que está en contra suele ser buen tío, flojo, progre o traído expresamente de Madrid. En este caso como más escorado a la derecha mejor: así pueden dar la imagen de que todos los españoles son unos fachas.
Los catalanes vivimos pues dentro de una burbuja informativa, un universo comunicativo, un ecosistema mediático del que es muy difícil salir.
Ya lo ven: los cuatro principales diarios juegan en le mismo bando. E incluso las dos principales cadenas de radio. Y por no decir TV3.
Los colaboradores y tertulianos -e incluso los presentadores de programas- van de un lado a otro. No he entendido nunca que Rac1 tenga periodistas que también trabajan o han trabajado en Catalunya Ràdio o TV3 -Mònica Terribas, Tian Riba, Pere Mas- porque lo primera norma que te deben enseñar en las facultades de Económicas es no potenciar la marca de la competencia. Pero ellos sabán.
El proceso es como El Show de Truman, esa película con Jim Carey que pasaba en un escenario gigante. Lo que pasa es que, al final del film, el protagonista sale por la puerta y lo mada todo a paseo.