En doscientos años los catalanes, tal como somos ahora, habremos dejado de existir.
No lo digo yo.
Lo dice uno de los presesentadores estrella de TV3, Toni Cruanyes.
En el 2013 publicó un libro, “Un antídoto contra la extrema derecha”. Incluso recibió el premio Joan Fuster de ensayo en los Premios Octubre del 2012.
El jurado estaba formado por Xavier Bru de Sala, la fallecida Muriel Casals y Gustau Muñoz.
Nada sospechosos de botiflerisme.
La obra fue publicada por Tres i Quatre, la editorial de Eliseu Climent, activista cultural.
Yo lo leí en junio de ese año, hasta entrevisté al autor -entonces todavía se dejaba- y me llamó la atención sobre todo el capítulo sobre “Una bomba de relojería demográfica”.
Insisto: Lo dice él. No lo digo yo.
El autor advertía que si “no cambia la tasa de natalidad de los alemanes, en el 2300 desaparecerán como pueblo” (pàgina 34).
Si los alemanes desaparecerán en menos de dos siglos con una población de más de 80 millones, estado propio y, desde luego, un PIB muy superior al nuestro, el resto también estamos condenados de antemano.
Basta ver la nota de prensa oficial de la Generalitat sobre los primeros catalanes nacidos en el 2023.
El primero de todos, apenas pasado un minuto de la medianoche, era “El Zakaria, de Palafrugell”.
Sus padres, continuaba la nota, eran “la Meryem i el Mohamed”.
Me vinieron a la cabeza unas polémicas declaraciones del entonces líder de Unió y segundo de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, que en el 2011 -en una entrevista en Rac1- dijo que “en el Baix Empordà hay más Mohameds que Jordis”.
Entonces todo el mundo se le echo encima. Sobre todo la izquieda política y mediática.
Pero basta consultar el IDESCAT, el Instituto de Estadística de Catalunya, para darse cuenta de que Palafrugell tiene ya casi un 22,5% de población extranjera.
Evidentemente son más porque los sin papeles no salen en las estadísticas y los nacionalizados tras diez años de residencia legal dejan de salir.
De hecho yo estuve hace años. No había vuelto desde que era joven. Me sorprendió constatar que la casa natal de Pla había quedado en el barrio magrebí de la población. Conté hasta tres carnicerías halal en las inmediaciones de la que había sido residencia del escritor ampurdanés.
Por lo que respecta al resto de recién nacidos, en las Tierras del Ebro el pimer catalán era Yousaf. Sus padre son Khadija y Ahmed. Viven en L’Aldea. No especifica la nacionalidad.
En la Región Metropolitana Norte el primer bebé fue Adrián. Sus padre, Arminda y Rubén, són originariossde Bolivia y viven en Santa Coloma de Gramenet.
En Barcelona el primer barcelonés ha sido Abdul Jabbar, hijo de Tanzilia i Amirgul, que proceden del Kirguizistan.
En la Región Metropolitana Sur ha sido una niña, Dayla Mia pero no indica el origen de los padres. El nombre, en todo caso, no es común.
En Lérida, el primer bebé ha sido Pau, hijo de Íngrid y Carlos, de Les Borges Blanques.
Finalmente en Tarragona, la Yasmin, sus padres son Najat y Slimane.
Yo diría que sólo el bebé de Lérida es hijo de padres autóctonos.
La nota también indica que en la Catalunya Central y en el l’Alt Pirineu y el Arán no se habían producido nacimientos.
Lo que indica también la baja natalidad en estas comarcas.
Recuerdo que, en mayo del año pasado, a raíz del atentado supremacista de Buffalo en Estados Unidos -con diez víctimas mortales- varios periódicos informaron de la teoría de la gran sustitución y la definieron como una “teoría racista”.
Una teoría, explicaban, elaborada por el escritor francés Renaud Camus en el 2010. Evidentemente también lo tachaban de “ultra”.
Pero en El País (1) recogían unas declaraciones suyas en la que decía que no era una teoría sino la pura “realidad”.
Queda fatal decirlo pero a ver si va a tener razón.