Lo recuerdo com si fuese hoy.
Tras las elecciones del 2017, salió un día el entonces portavoz de Junts, Eduard Pujol, en rueda de prensa y dijo que el “Parlament es sagrado”.
Si se descuida.
La degradación del Parlament es uno de los efectos más evidentes del proceso.
Del Parlament y del resto de instituciones catalanas (Generalitat, presidencia de la Generalitat, Govern, TV3)
Pero específicamente la cámara catalana porque nos representa a todos.
Laura Borràs ha dejado el prestigio de la institución por el suelo
Nunca se había visto que una presidenta del Parlament tuviera que ser juzgada por dos delitos de presunta corrupción: prevaricación y falsedad.
Ya no entro en la manera en que ejercía la presidencia. Con continuos choques con la oposición o las minorías (Vox, Ciudadanos, PP).
Dejó de ser hace tiempo una figura institucional.
O las sucesivas mentiras (la felicitación navideña de Biden, el caso de Pau Juvillà)
Un día leyó una declaración institucional que no podía leer porque no se había aprobado por unanimidad.
Pero leyó el reglamento y se saltó lo palabra “unanimidad”.
Tampoco es normal, por otra parte, que sea el tercer presidente del Parlament con problemas judiciales.
Sus antecesores, Forcadell y Torrent, lo son por delitos vinculados con el proceso.
Aunque no es normal que el segundo cargo institucional de Catalunya tenga problemas con la justicia
Me da igual si es desobediencia o conducir bebido.
También es verdad que el Parlament se ha ido degradando poco a poco.
La cosa empezó con Benach, que como experiencia laboral tenía una lína y media en su currículum oficial.
Luego Núria de Gispert, que quería que Inés Arrimadas -jefa de la oposición con más de un millón de votos- volviera a su tierra.
De Gispert tiene le triste mérito de haber sido reprobada por la propia cámara que representó.
O Roger Torrent, que se ha vuelto a hacer de consejero porque tiene juicio a la vista.
Laura Borràs ha cruzado, sin embargo, todas las líneas rojas.
De hecho se despidió de la Mesa del Parlament acusando a sus colegas, incluso a los indepes, de actuar como “jueces hipócritas” del Estado opresor.
Y en la conemmoración del atentado de las Ramblas fue a saludar efusivamente a los mismos que habían insultado a familiares de las víctimas
¿Se puede caer más bajo? Me temo que, en la Catalunya actual, sí.
No lo hemos visto todavía todo.