La polémica por la sentencia del 25% de castellano confirma que la inmersión no era para salvar el catalán sino para transmitir una idea de país.
Es decir, una idea de país sojuzgado por España.
Ya saben la corona catalano-aragonesa en vez de la Corona de Aragón. Y cómo nos ha maltratado la historia.
Al fin y al cabo, en efecto, una lengua transmite también una visión del mundo.
Yo no tengo indicios de que en la escuela pública se adoctrine como dicen algunos
Pero hay algunos datos.
Los directores de centros educativos entregando simbólicamente las llaves de las escuelas -¡públicas!- a Puigdemont en Palau para que pudiera celebrar el referéndum
O aquella huelga general del 8 de noviembre del 2017 -una de esas aturadas de país convocadas por un sindicato minoritario y auspiciadas por el propio Govern- el seguimiento de la cual en el Departamento de Eduación fue el más elevado: casi un 35%. Superior a cualquier otra consejería.
Y aquellos dos alcaldes de la CUP de Girona detenidos por cortar el AVE o la autopista -ya no recuerdo- que estaban vinculados también a la “comunidad educativa”. Uno ha acabado incluso de diputado en el Parlament.
Como Marcel Vivet, aquel tertuliano de Catalunya Ràdio condenado año y medio por agredir a un policía, que en su perfil de twitter muestra orgullos el lema "L'escola en català ara i sempre" junto a su condición de “profesor”.
No quiero ni pensar qué les enseñan a los críos.
Sin olvidar tampoco el caso de aquella niña agredida en una escuela de Terrassa por pintar la bandera española en la pizarra.
El Departamento de Educación dio carpetazo al asunto en un día. La profesora era de la ANC, el inspector de enseñanza de Esquerra y el titular del Departamento Josep Bargalló.
Per el certificado médico confirmaba las lesiones.
O la polémica en aquel instituto de Sant Andreu de la Barca. La justicia archivo el asunto. Y creo ciertamente que una mala praxis profesional no siempre ha de tener consecuencias penales más allá de la reprobación moral.
Pero por esas fechas entrevisté al hermano de uno de los menores afectados y me dio toda la sensación de verosimilitud.
Yo, algunos de los insultos más vehementes he recibido -ahora van de baja- son de maestros. ¡Inclusa una antigua profesora de mis hijos!
Por eso, ahora que el proceso está muerto y enterrado, es una de las últimas batallas.
Se agarran a la sentencia del TSJC como si fuera un casus belli.
De hecho, en cualquier país de nuestro entorno, se escandalizarían de que protesten por el rechazo a dar un 25% clase en un idioma oficial.
Pero ahora de lo que se trata es de recuperar los temas -los agravios- del inicio del proceso: el catalán, las infraestructuras.
¿Quién se acuerda de la mesa de diálogo en la víspera del batacazo del PSOE en Andalucía según pronostican las encuestas?
La propia portavoz del Govern, Patrícia Plaja, anunció el pasado 15 de febrero que había que celebrarse una nueva reunión “a principios de año”.
Estamos ya casi en la verbena de San Juan, frontera mental del inicio del verano, y ni está ni se le espera.
Han retrocedido más de una década incluso en las reivindicaciones.
Y el proceso se ha cargado también el sistema educativo. Como TV3, la función pública o los Mossos.
Nadie se cree ya que sea “un modelo de éxito”. La prueba es que hasta el consejero de Educación lleva sus hijos a la privada-concertada.