Ojalá Laura Borràs sea inocente.
Preferiría esto a que una persona que ha sido directora de la Institució de les Lletres Catalanes, consejera de Cultura y ahora líder de JxCat en Madrid sea declarada culpable.
Vamos a otorgarle pues toda la presunción de inocencia que haga falta.
También es verdad que el asunto no invita al optimismo.
Hasta la Sindicatura de Cuentas, un organismo de la Generalitat, ha descrito el presunto fraccionamiento de contratos.
Y Convergencia arrastra una larga serie de casos de corrupción.
El colega de La Vanguardia Santiago Tarín publicó hace cuatro años un gráfico con media docena de casos que salpicaban al partido
Algunos, como el caso Palau, han acabado en sentencia firme.
Otros siguen su curso o han sido archivados como la implicación de Ferran Falcó en el caso Adigsa.
Pero incluso en éste el archivo es sospechoso porque la juez en cuestión, Núria Bassols, acabó nombrada comisionada de Transparencia por el gobierno de Artur Mas.
O el caso ACM. La Asociación Catalana de Municipis evitó presentar cargos contra Josep Maria Matas y Xavier Solà.
El entonces presidente de la entidad, Miquel Buch, llegaría con el tiempo a consejero de Interior.
Por eso tampoco entiendo la defensa aferrissada que ha hecho Laura Borràs. Ni siquiera mediáticamente.
La comparecencia que hizo en el exterior del Congreso con los diputados de su subgrupo dándole apoyo recuerda cuando Oriol Pujol iba a declarar al juzgado acompañado de Josep Rull, Jordi Turull, Lluís Corominas y Francesc Sánchez.
Todavía guardo alguno de los comunicados en el que el partido proclamaba la inocencia de su número dos.
“Oriol Pujol Ferrusola no ha formado parte, ni forma parte de ninguna trama corrupta”, aseguraban el 19 de marzo del 2014.
“Nunca solicitó, y muchos menos percibió, ninguna contraprestación económica”, añadían.
Pujol -condenado por tráfico de influencias, cohecho continuado y falsedad en documento mercantil- reconoció haber cobrado comisiones por más de 400.000 euros.
Lo peor es que mientras la Generalitat velaba por los trabajadores, él cobraba bajo mano por las deslocalizaciones de Sony, Sharp y Yamaha.
Por eso lo mejor que podría hacer Laura Borràs sería demostrar su inocencia en el juzgado.
Si realmente es inocente no tiene nada que temer por mucho que diga que la justicia española está politizada.
Además, hasta ahora nunca el Congreso ha rechazado el suplicatorio de un diputado acusada de corrupción.
Y si la justicia es igual para todos no debería haber privilegios.
Me extrañó, en este sentido, que acusara a sus señorías de “anteponer la patria a la democracia”
¿Y ellos que hacen?
Mientras en Euskadi y Galicia están en campaña Torra se aferra al cargo.
No sólo eso.
Hay multitud de organismos de la Generalitat caducados.
Entre otros, el consell de govern de la CCMA, el CAC, el Síndic de Greuges.
No se pueden permitir, a estas alturas, la pérdida del control de TV3. Això va de democràcia, decían.
Todavía me llamó la atención cuando les espetó al resto de diputados que “están convencidos de que la unidad de España justifica cualquier medio”.
¿Y ellos?
Si cambias unidad por independencia y España por Catalunya te sale el proceso.
También creen, en efecto, que la independencia de Catalunya justifica cualquier medio.
No deja de ser curioso, por otra parte, que el mismo día que Borrás proclamaba su inocencia a diestro y siniestro; Daniel Osácar entrara en prisión por el caso Palau.
En TV3 dieron unas imágenes del antiguo tesorero de Convergencia -todavía lo recuerdo en el congreso de Reus celebrado en el 2012- en el que decía que a los ejecutivos de Ferrovial no los conocía de nada.
Sí, querida Laura Borràs: tus palabras tienen por ahora poca credibilidad.
Convergencia ha sido lamentablemente uno de los partidos más corruptos de Europa.
Sólo recordar que el presidente fundador y el secretario general dimitieron con un margen de diez días de diferencia en 2014.
Jordi Pujol el 25 de julio de aquel año por la supuesta herencia. Oriol el 15 del mismo mes por las ITV. Además se daba la coincidencia de que eran padre e hijo.
Y, cuando empezaron las investigaciones del 3%, la dirección del partido decía lo mismo que dice ahora Laura Borràs: que eran las “cloacas del Estado”.
Los mismos que acusaban al PP de politizar la justicia o de judicializar la vida política se empeñan ahora en no hacer frente responsabilidades judiciales por presunta corrupción.
No es un caso contra el proceso. Ni tan sólo contra un dirigente de JxCat. Es un caso sobre supuestas irregularidades.
Al fi y al cabo, la corrupción en CDC ha sido endémica desde que el caso Banca Catalana primero y el caso Casinos después -ambos sin consecuencias penales- dieron patente de corso.
De hecho, desde el caso Palau -del que ahora nadie se hace responsable, por cierto- han aflorado más casos.
Ahí está Antoni Vives -otro del núcleo duro de Mas- intentando pactar con fiscalía.
O aquel expresidente de la Diputación de Lleida, Joan Reñé, que tuvo que dimitir.
Sin olvidar aquel alcalde de L’Ametlla de Mar, Andreu Martí, al que encontaron dos millones en Andorra.
¿Cómo se puede conseguir dos millones en negro de un municipio de apenas 6.000 habitantes?
¿Pero claro si lo hacía el presidente del partido o su familia cómo no lo iban a hacer el resto?