Tarat. Un palíndromo. Es decir, una palabra o frase cuyas letras están dispuestas de tal manera que resulta la misma leída de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Un poco como la (falsa) equidistancia del PSC, vamos. En castellano, tarado (se pierde ahí la palindromía: o indepe o no).
Viene esto al caso porque Rufián (ERC) se ha referido con tal vocablo a Puigdemont el belga. Preguntado en primera declaración si deseaba puntualizar algo, ha replicado que “no, no, un plaer”, y lo ha dicho todo en un catalán extraño, un catalán que a Rufián se le complica en la lengua de la misma manera que le ocurría a su compañera Marta Rovira con el castellano —cosas de la immersió—. Me recuerda algo a Aznar con el inglés.
Decía que es escuchar hablar en catalán a Rufián y comenzar a sufrir, independientemente que el tipo te caiga bien o no. Él, siguiendo las directrices de su partido, lo intenta de vez en cuando, pero no es no. Al chico le faltan práctica y fluidez para ligar más de dos palabras en la llengua d’acollida. Inconscientemente uno se pone de su parte, por aquello de ir con el más débil, y ni siquiera se está atento a lo que quiere decir, que, por otro lado, esta vez, y sin que sirva de precedente, es atinado en su diagnóstico.
Luego, presionado por su partido, pide disculpas —un clásico—, pero su apéndice lingual sigue peleado con el catalán, y se refiere a Puigdemont como Puigdemó. Mira que a ese tipo lo han llamado de múltiples maneras, pero lo de Puigdemó merece estar en el podio. Me lo apunto.
Tiene guasa que en rueda de prensa hiciese broma (Rufián, no Puigdemó) a un periodista que le preguntaba sobre el problema del castellano en Cataluña:
“—Como sabe, soy catalán y no le entiendo”. Dijo, en lo que sin lugar a dudas es un palíndromo mental considerable. Podría incluso haber añadido:
“—Como sabe, soy catalán, pero si lo hablo no me entiende nadie”. Pero entonces pierde la pretendida gracia.
Personalmente, opino que cuando una persona ocupa un cargo público o de responsabilidad debe expresarse en su primer idioma. Si no, se lía y dice lo que quería decir.
Comenta en el 3/24 un contertulio con gafas que estas cosillas de Rufián hacían gracia al independentismo cuando se referían a la gent de fora (inclúyase aquí a los catalanes no indepes), pero ahora no, claro, que afecta els nostres. El humor es cosa muy seria, oye.
En el fondo, lo que ha hecho Rufián es parecido a lo que hizo Puigdemó: lanzar la piedra y esconder la mano. Uno —Puigdemó— declara la independencia, pero al instante se va a rajar —vaya, otro palíndromo—, mientras que el otro —Rufián— califica certeramente a Puigdemó como tarado, pero luego pasa a reconocer —otro palíndromo al canto— que se ha equivocado.
Yo le diría a Rufián que no se disculpara: amigo, no gima —palíndromo—, pues dijo usted la verdad, tarado se es o no se es —ahí va otro—. Y ya tuteándolo: saca tus butacas —otro más— del Congreso, pues tus correligionarios, los que te han traicionado… ¿son mulas o cívicos alumnos? —y van—.
Uno de la CUP, que se lo mira y se huele algo, añora la roña, mientras los de Podemos suspiran y recuerdan su inminente pasado, cuando se dispusieron a… atar a la rata.