Hay que dejar de criminalizar la propiedad privada. Tendría que ser sagrada.
Europa se ha construido en base al respeto a la propiedad privada, la cultura del esfuerzo y, ya de paso, los climas fríos y húmedos; que invitaban al trabajo.
No saldremos del hoyo -en el que nos ha metido el proceso- hasta que recuperemos estos valores fundamentales.
Aquella frase en mítica de que “los catalanes, de las piedras, hacen panes”.
Ahora todo el mundo quiere entrar en la Generalitat. Además con enchufe. Semana laboral de 37,5 horas y media. Un trabajo para todo la vida. Y un montón de prestaciones sociales.
¿Quién va a hacerse autónomo? ¿Pequeño empresario? ¿Botiguer? Hay que levantar la persiana cada día y cuadrar los números. Es un desvivir.
Por eso, el Parlament ha legislado por primera vez sobre las okupaciones.
¿Ahora? Pero si llevamos como mínimo una década de desmadre y abusos.
Claro, los vecinos están hasta el moño de los okupas y de que las administraciones no hagan nada.
Ni la Generalitat ni los Mossos ni los jueces.
Y hay municipales en mayo. Algunos se juegan el cargo.
¿Se acuerdan de aquel alcalde -nada menos que de Junts- que desalojó unos okupas hacha en mano?
Tampoco hay que llegar a tanto pero por eso el Parlament ha aprobado, por primer vez, una ley sobre la “ocupacion ilegal”.
Pero, fíjense en la trampa.
Porque todas las ocupaciones, per se, son ilegales.
Es la invasión de una propiedad privada por el método expeditivo de la patada en la puerta.
Si quieren evitar okupaciones que hagan vivienda pública.
La política pública de vivienda no puede recaer en el sector privado.
Como Colau, que obliga a los promotores inmobiliarios a reservar un 30% para vienda social.
El suelo en Barcelona está tan caro que han empezado a irse a Madrid. Les ponen menos trabas. Como en todo. Luego nos quejamos.
¡Que haga el Ayuntamiento los pisos!
La izquierda no hizo vivienda de protección oficial ni en la Vila Olímpica, porque era muy pija e iba a empañar el proyecto olímpico.
Ayer, por ejemplo, en TV3 sacaron a una okupa.
Era una okupa buena. Incluso tenía un hijo.
Me fije que, al entrar en el piso okupado, tenía una televivisión mucho más grande que el mío.
Que además debe tener ya una docena de años.
Y, encima de una mesita, uno de mis hijos reparó también un mando de la Play.
Por cierto, a los que no entrevistó TV3 -en su línea- fue a los vecinos. A ver qué piensan.
Ni a éstos ni a ninguno de los miles de afectados. Mucho menos a los propietarios.
Recuerden lo que decía, en mayo hay elecciones.
Todos a votar.