Laura Borràs dice que no dimite por “la dignidad” del Parlament.
No es verdad: no dimite porque si llega a los dos años en el cargo tiene derecho a un pensión vitalicia del 40%.
El sueldo actual de Laura Borràs es de 158.000 euros.
Más incluso que el del presidente de la Generalitat (132.000 euros) lo cual tampoco se entiende.
Borràs cobra 8.000 euros al mes a los que hay que añadir 1.600 en gastos de representación.
Y desconozco si cobra también dietas -entre 16.000 y 24.000 al año según lugar de residencia- porque va en coche oficial.
En este caso sería grave.
La presidenta del Parlament, en efecto, fue elegida con los votos de Junts y ERC -y la abstención de la CUP- el 12 de marzo del año pasado.
O sea que debería llegar al 12 de marzo del 2023 para alcanzar semejante pensión.
Está difícil pero no imposible.
En realidad ha hecho todo lo posible para retrasar su causa por cuatro presuntos delitos: prevaricación, fraude, falsedad y malversación.
Primero se fue a Madrid como líder de Junts x Catalunya. Hubo que enviar la causa al Supremo.
Luego volvió. Hubo que devolverla al TSJC.
La última argucia -legal, por supuesto- ha sido un recurso para pedir un juicio con jurado.
Aunque conocida su afición a los coches deportivos y a los bolsos caros tampoco me extraña.
Pero que no venga dando lecciones de “dignidad”.
En realidad, el Parlament empezó a degradarse hace tiempo.
Primero con los plenos del 6 y 7 de Septiembre del 2017 en el que se aprobaron deprisa y corriendo -incluso de madrugada- las leyes de Desconexión y Transitoriedad.
Eso ya fue un golpe al propio prestigio de la institución tras vulnerarse el propio reglamento o pasarse por el forro los derechos de la oposición.
Sin olvidar una figura de tanta relevancia como la de la presidencia.
Hubo un tiempo en que, para alcanzar tan importante magistratura, había que haber hecho algo en la vida.
Barrera, Coll i Alentorn, Xicoy o Reventós llegaron al cargo después de una larga trayectoria institucional.
Y supieron ejercer su papel sin tormar partido.
Incluso el ahora tan criticado Barrera era matemático, ingeniero químico y doctor en físicas.
La experiencia laboral en el currículum oficial de Benach ocupaba una línea y media.
Además que ha pasado a la historia por ir a los partidos del Camp Nou -a la llotja, claro- con pinganillo porque no quería perderse detalle.
O qué decir de Núria de Gispert y sus exabruptos contra Inés Arrimadas -entonces jefe de la oposición con más de un millón de votos- a la que quería echar de Catalunya.
De Gispert es la única presidenta del Parlament reprobada por la propia cámara.
Mientras que Roger Torrent -un expresidente procesado por desobediencia, menudo ejemplo- es un caso único de pasar de presidente de la cámara a consejero.
Sin olvidar la parálisis legislativa de la cámara, que se ha ido incrementando desde Puigdemont y Torra.
Ellos están por otras cosas: como la reciente declaración a favor de los indígenas del Ecuador -por supuesto respetables- o aprobar que Catalunya es “republicana” como aquella iniciativa del 7 de agosto del 2020 felizmente impuganada ante el TC.
Como diría mi abuela: poca feina. Pero este es el nivel.