El president del Parlament, Roger Torrent, ha viajado a un par de campos de refugiados en Grecia y se ha reunido con miembros de una ONG catalana.
Torrent ha aprovechado para criticar la “Europa fortaleza” y denunciar que es una situación “injustificable e inaguantable”.
El viaje tiene lugar tras la aprobación de una resolución -con los votos en contra de Ciudadanos y PP- de la entidad Stop Mare Mortum a favor de "vías legales y seguras" para la acogida de refugiados e inmnigrantes.
La Mesa de la cámara ha concedido también la medalla de honor a la capitana del Sea Watch 3, Carola Rackete, que anda todo el día peleándose con Matteo Salvini; y Oscar Camps, fundador de Open Arms. La ceremonia de entrega suele tener lugar antes de la Diada.
Es un recurso habitual en verano. En el 2006 el entonces consejero de Política Territorial y portavoz del Govern, Felip Puig, ya viajó a Bosnia para inaugurar la rehabilitación de una escuela y un centro de deportes que había financiado parcialmente la Generalitat: 370.000 a cargo de la propia consejería y 96.000 más a través de Adigsa.
Francesc Homs, cuando era todopoderoso consejero de Presidencia -no como ahora, que se gana la vida como abogado- ya hizo también un viaje al Senegal donde lo recibieron con los brazos abiertos. Era junio del 2015.
“Con este viaje queremos simbolizar el compromisó del Govern para retomar la cooperación”, dijo. Previamente el ejecutivo había destinado 3,4 millones en proyectos de cooperación.
Y todavía más lejos en el tiempo, el entonces conseller primer, Josep Bargalló, se desplazó nada menos que a Mozambique en abril del 2005. El propio Bargalló se comprometió a una inversión de 250.000 euros para el 2007.
El método es siempre el mismo: la Generalitat financia una ayuda al tercer mundo y luego va el consejero de turno a hacerse la foto para la inauguración con lo que, además, transmite imagen de hombre de estado.
Bueno, el caso de Torrent debe ser la excepción porque el Parlament no debe haber puesto un duro excepto los gastos del viaje. Aunque visto que sólo ha aprobado una ley en catorce meses quizá el presidente de la cámara podría dedicar sus esfuerzos a otros menesteres.
Fíjense que Roger Torrent se ha inventado hasta el Parlament de les Dones, que es una manera de rellenar la actividad parlamentaria entre pleno y pleno. Además, quién va a critcar algo dedicado a las mujeres en los tiempos que corren.
Al fin y al cabo el president Torra ya ofreció los puertos catalanes de Palamós, Vilanova i la Geltrú y Sant Carles de la Ràpita para acoger refugiados. Es curioso, no dejaban desembarcar a policías para el 1-O pero sí que están dispuestos a acoger refugiados.
¿Saben qué pasa? Que todos los que están a favor del volem acollir viven en municipios con poca inmigración y por si fuera poco llevan los hijos a la escuela privada o a la concertada. Un día se lo pregunté al diputado de ERC Ruben Wagensberg en los pasillos de la cámara y sólo conseguí arrancarle que había ido a un colegio de Sants pero no donde vive.
Por ejemplo: el citado Roger Torrent es de Sarrià de Ter (Gironès), un municipio con menos de un 7% de población extranjera según datos oficiales. Una cifra perfectamente asumible.
Es como Sant Cugat y La Garriga que bajo el mandato de Mercè Conesa y Meritxell Budó respectivamente tenían colgadas sendas pancartas a favor de los refugiados en las fachadas del ayuntamiento.
Pero La Garriga (Vallès Oriental) tiene un 6,4% y si en Sant Cugat sube hasta el 12% es porquela mayoría son ejecutivos de multinacionales. La única inmigración -ahora empieza a verse algún velo por el casco antiguo- es la chacha ecuatorianoa que les cuida los hijos y tiene libre sólo el domingo por la tarde. Se las puede ver en el Parc Central.
Un día, todavía alcaldesa, le pregunté a Meritxell Budó por twitter cuantos refugiados había acogido en su casa y no me respondió. Y la misma pregunta le hice al consejero de Exteriores, Alfred Bosch, durante rueda de prensa en Palau con resultados idénticos o peores.
Yo creo que tanto empeño del gobierno catalán a favor de los refugiados y la inmigración es una manera sutil de marcar distancias también con España: Aquí somos supersolidarios, no como los pérfidos españoles. Aunque luego tenemos a los menas tirados por las comisarías. Como los lleven todos a Cadaqués hasta Pilar Rahola escribiría un artículo en contra.
Lo ha dicho el propio Roger Torrent durante su viaje: "Cataluña no queda insensible a esta situación, queremos acoger, y queremos una Europa digna y respetuosa con la vida de las personas". Es una vena euroescéptica: aquí somos mejores. Ya dijo Puigdemont que la Unión Europea se había convertido en un "club de países decadentes".
Y eso que hasta el PSOE ha variado su política de inmigración tras las elecciones: de acoger los refugiados del Aquarius a no dejar salir el buque. Mientras que el exsocialista Albert Batlle, ahora en Units per Avançar, ha decidido coger el problema de los manteros por los cuernos. Ya era hora. Eso sí, con el silencio de Ada Colau.
Lo dijo Pedro Sánchez en su debate frustado de investidura el pasado día 22 de julio: "¿Europa necesita una migración regular y ordenada? Sí, sin duda, pero al mismo tiempo ha de combatir la inmigracación irregular".
Pues eso. Ya está bien de hacerse el progre desde Sarrià o Sant Gervasi como hace el president Torra, que vive en este distrito, Si nuestros políticos viviesen en Salt, ca n'Anglada o Rocafonda en vez de la parte alta de Barcelona o Sant Cugat -el municipio con más altos cargos convergentes por metro cuadrado- tendrían sin duda otra percepción de la problemática de la inmigración.
Volem acollir? Sí, pero con papeles. Derechos pero también deberes.
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