Catalunya se encamina con paso firme y seguro hacia un vacío de poder. Si no lo estamos ya.
Un Parlamento desprestigiado: una presidenta a punto de ser juzgada por corrupción, jubilaciones doradas, asesores que cobran sin trabajar.
Un Govern peleado y que no gobierna.
No deja de ser curioso que un gobierno que se reúne cada martes tenga que hacer una reunión alejada de los focos -en el Palau de Pedralbes- para limar asperezas.
Y que, tras seis horas de reunión, no lleguen a ningún acuerdo.
¿Alguien se acuerda de alguna medida del gobierno de Pere Aragonès aparte de la campaña del top less y retirar el amianto de los edificios públicos?
Bueno, sí; el consejero de Economía, Jaume Giró, salió el pasado martes muy contento porque se ha ampliado el techo de gasto.
¡Menuda pelota financiera dejaremos a nuestros hijos! La deuda de la Generalitat ya supera los 80.000 millones de euros
No saben gobernar. Año tras año generan déficit: si fuera una empresa privada ya habría cerrado.
Los mismos participantes en la citada cumbre -si se le puede llamar así- son fruto de un vacío de poder.
Pere Aragonès, que debía estar el tercero o cuarto en la línea de sucesión, llegó a lo más arriba porque el proceso descabezó a Esquerra.
De hecho ya lo dejaron al margen de los preparativos del 1-0 por lo que pudiera pasar y el propio Junqueras lo bendijo posteriomente en detrimento de Roger Torrent, que tenía aspiraciones.
Aragonès lleva toda la vida en política desde que empezó en las JERC. No tiene experiencia en el sector privado.
Laura Borràs, ídem. Ella misma se define en un libro como “hija del 1-0”. Con eso está todo dicho.
Hasta entonces era una oscura profesora universitaria -Jordi Llovet explicó su carrera académica con pelos y señales- a la que sólo sus contactos políticos le permitieron medrar.
¿Y el resto? Jordi Puigneró empezó de jefe de gabinete del entonces alcalde Lluís Recoder en Sant Cugat.
Se destapó en el congreso de Convergencia del 2004 con una enmienda contra la Constitución europea. Fue la primera muestra de euroescepticismo indepe.
E incluso ganó -yo creo que hubo voto de castigo al ponente oficial, Ignasi Guardans- y tuvieoron que repetir el congreso para deshacer el entuerto.
Pero, ni en sus mejores sueños, pensó nunca en llegar tan arriba: nada menos que vicepresidente.
En ello confluyen dos factores aparte de su hiperventilación: era responsable del Cesicat durante el 1-0. Había que recompensarle.
Y Damià Calvet, que era el listo de la pareja, tuvo la osadía de enfrentarse a Laura Borràs en las primarias del partido.
Perdió, apenas sacó 700 votos. Eso sí: nunca te dejan tirado. Lo recolocaron de presidente del Puerto de Barcelona. Sin duda una de las mejores vicarías que se conocen en la política catalana.
Y así todo: a Laura Vilagrà la repescaron de número dos de ERC en las elecciones porque era mujer.
Había sido alcaldesa de Santpedor (2003-2015), diputada al Parlament y luego delegada del Gobierno en la Catalunya central.
Yo, que la conocía de su etapa parlamentaria, me la encontré un día y le pregunté a bocajarro:
- ¿Qué haces como delegada?
- Acercar la Administración al ciudadano
¿Desde Manresa? Una ciudada apenas distante 60 kilómetros de Barcelona ¿Y en la época de internet? ¿Éstos no querían gobernar por skype?
O el caso de Albert Batet, otro de los asistentes.
Albert Batet llegó a la alcaldía de Valls por la dimisión de su antecesora, Dolors Batalla, en una decisión nunca explicada del todo porque era una de las esperanzas blancas de Convergencia.
Y de ahí al Parlament.
Cuando CiU recuperó el poder en el 2010 entraron muchos alcaldes en el Parlament.
Que yo recuerde, antes o después: el propio Carles Puigdemont (Girona), Lluís Corominas (Castellar del Vallès), Pere Regull (Vilafranca del Penedès), Lluís Guinó (Besalú).
En teoría era para que el territorio tuviera representación parlamentaria pero, en realidad, para cobrar más porque, en caso de localidades pequeñas, podían optar por el sueldo del Parlament, mucho más abultado.
Pues, uno de ellos -aunque llegó un poco más tarde- fue Albert Batet.
Les juro que, entre todos los diputados-alcaldes de Convergencia, era el último de la fila.
No lo digo yo, lo decían sus propios compañeros.
Y ya ven: aupado nada menos que a presidente del grupo parlamentario de Junts.
Dicen que, en semejante carrera, ha tenido que ver su padre, un hombre de negocios de Valls, que habría financiado la República de Waterloo.
En fin, les podría hablar del resto como Marta Vilalta i Josep María Jove (de ERC) o Jordi Turull i Josep Rius por Junts pero ya lo dejo para el libro para no aburrirles.
Aunque recuerden que los vacíos de poder, en la historia, son terribles.
El desabarajuste republicano tras el golpe de estado de Franco es un vacío de poder.
La invasión de Estados Unidos de Irak -y la supresión del ejército irakí- es otro
La acutal situación de Libia también es un vacío de poder.
Incluso el ascenso de Pétain no se explica sin un vacío de poder. Basta leer la biografía de Lottman.
Y, desde luego, el peor de todos -porque fue político y económico- es el de Hitler.
Todo ello sin animo de comparar.
Pero ya ven en manos de quién estamos.
Abróchense los cinturones.