Voy a hacer una predicción meteorológica.
Dentro de diez o quince años Vox llegará a La Moncloa.
Probablemente antes.
Baso mi afirmación en dos hechos recientes.
El primero, la Ley Montero.
El segundo, el caso Mediador.
En la mejor tradición de la izquierda porque ya hubo, en el pasado, otros casos similares de sexo, drogas y rock & roll.
Incluso de mariscadas sindicales.
Basta recordar a Luis Roldán, que salió incluso en calzoncillos tras una orgía.
Pero tranquilos, Patxi López lo arreglará.
Ayer ya las pasó canutas en la sala de prensa del Congreso.
Los casos de corrupción son com el iceberg del Titanic.
Sólo asoma, en la superfície, una quinta parte.
Basta tirar del hilo.
La segunda es la ley sólo sí es sí, que me empeñó a llamar aquí Ley Montero.
Las cosas por su nombre.
En el bien entendido que la mencionada ley o es sólo de la ministra de Igualdad. Ni siquiera sólo de Podemos.
Porque fue aprobada por el Consejo de Ministros -con Pedro Sáncehz al frente- el 6 de Julio del año pasado.
Y luego votada en el Congreso el 25 de Agosto.
Aún recuerdo las caras de satisfacción de la ministra de Ciencia, Diana Morant, y su colega de Igualda, la citada Irene Montero.
Sus señorías tenían prisa para aprobar, en pleno verano, semejante desaguisado: 205 votos a favor.
No sólo del PSOE y Unidas-Podemos sino también de sus socios: ERC, Bildu, Junts, Compromís o Teruel existe, entre otros partidos menores.
Incluso Ciudadanos -¿dónde estaba Edmundo Bal?- y ... ¡el PNV!
Sólo votaron en contra PP y Vox, lo que refuerza la tesis de este artículo.
Hasta los de la CUP se abstuvieron.
Ya sé que parece difícil.
Pero fíjense lo que ha pasado en Italia.
¿Quién era Meloni hace apenas unos años?
Había llegado, como mucho, a ministra de Juventud (2008-2011) con Berlusconi.
Lo bueno es que ya lleva cuatro meses de primera ministra.
Debe estar haciéndolo bien porque no he visto, en la prensa española, ninguna noticia.
Ni a favor ni en contra.
Si hubiera montado un pollo abría llenado seguramente páginas de periódicos y abierto los informativos de TVE y de La Sexta.
Ya sé que Italia es un caso especial porque la operación Mani Pulite se cargo el mapa político.
Desaparecieron los partidos que habían gobernado Italia desde la II Guerra Mundial
La democracia-cristiana, los socialistas e incluso -por el peso de la historia- los comunistas.
Creó un vacío de poder.
Per antes de las elecciones a Giorgia Meloni le decían de todo. Desde “puta” a “fascista”.
También es verdad que, en política, no hay peor error que el exceso de confianza.
El caso reciente más paradigmático es el de Albert Rivera, que pensó que podía merendarse al PP.
Ya ven cómo está ahora Ciudadanos. El PP es todavía mucho PP.
Pero las últimas polémicas han socavado la confianza en el gobierno.
Al fin y al cabo llegaron al poder con sólo 85 diputados y una moción de censura.
Y Pedro Sánchez se comprometió a recuperar con aquella iniciativa “la dignidad de las instituciones”.
Ahora está por los suelos.
Por eso tengo la la sensación que la moción de censura de Ramón Tamames puede ser un antes y un después.
Yo todavía albergo esperanzas de un debate fair play.
Y de que las posverdades, fakenews y postureos se estrellen contra la solidez intelectual del viejo profesor.
Veremos porque ahora impera, en la actividad parlamentaria, el latigazo corto, el tuit y el numerito.
Siempre lo he dicho: Churchill no podría dedicarse actualmente a la política.
Era bajito, feo y bebedor.
Pero incluso a su edad (89 años), Ramón Tamames no es moco de pavo.
¿Quién le va a dar lecciones de antifranquismo?
¿Irene Montero, que nació en 1988?
Y que sólo ha visto al dictador en las películas o en el No-do?
El simple hecho de que un exmilitante histórico del PCE acepte representar a Vox en el Congreso -más allá de su evolución ideológica- dice mucho de lo que está pasando.
A Tamames no se le puede incluir en una “banda de fascistas” como dijo la propia ministra.
O como aquella otra diputada -en este caso de ERC: María Carvahlo-, que también le llamó “fascista” a la entonces diputada Macarena Olna a un palmo de distancia.
En ambos casos la presidenta de la cámara, Meritxell Batet, no llamó al orden.
Vigilen que, a los que ustedes llaman “fascistas” -seguramente por falta de otros argumentos- no gobiernen democráticamente en el futuro.
Ya pasó en la II República. Con ayuda, por cierto, del voto femenino.
Les están dando argumentos de sobras.
Cada vez me encuentro a más gente -jóvenes, currantes, clases populares- que me dicen que votaran Vox.
Incluso exvotantes del PDECAT -más huérfanos que nunca- y hasta independentistas.