La única posibilidad que tiene Ciudadanos para resucitar tras el desastre en Andalucía es haciendo volver a Jordi Cañas a la política catalana. Incluso a la nacional, que dicen ellos.
Lo digo con todo el respeto por Carlos Carrizosa, Nacho Martín Blanco, Anna Grau y el resto de diputados del Parlament de Catalunya.
Pero, por si acaso, Inés Arrimadas necesita un sucesor y el partido un revulsivo. Casi diría que un golpe de timón porque están ya con el agua al cuello.
Es de los pocos dirigentes de Ciudadanos -aparte de Albert Rivera- que he visto que cuando hablaba encandilaba a sus votantes.
Además, Cañas es honesto.
Cuando lo acusaron de presunto mangoneo dimitió.
Estuvo cuatro o cinco años de travesía del desierto.
Bueno, relativa porque lo recolocaron de ayudante de Javier Nart en Bruselas.
Pero eso lo hacen todos y entraba dentro de las atribuciones del partido.
Cuando fue exculpado se quedó en Bruselas. Luego ya de eurodiputado.
Ahora pinta realmente mal para Ciudadanos desde aquella fatídica moción de censura en Murcia y los sucesivos batacazos electorales: Madrid, Castilla y León, Andalucía.
Y a la falta de reacción de la direccón se añaden decisiones equivocadas.
La marcha de Albert Rivera a Madrid.
Especialmente la de Inés Arrimadas. Si se hubiera quedado aquí otro gallo cantaría.
Al fin y al cabo Mitterrand llegó a la tercera. Luego marcó una época. En política la resiliencia es lo más importante.
Nunca supe los motivos en este caso. A mí sempre me vendieron que fue cosa de Albert pero lo dudo.
Más bien tiendo a pensar que quería una maternidad tranquila. O estaba harta del ambiente político en Catalunya. Pero no fue, desde luego, la mejor opción para el partido.
Yo diría incluso para Catalunya porque, en democracia, el equilibrio de poderes es fundamental.
A eso hay que añadir el exceso de ambición, los errores de cálculo, los vaivenes tácticos o estratégicos en la cúspide.
Sobre todo pensar que se podía sustiuir al PP en vez de hacer de partido bisagra aunque sea difícil hacer de bisagra -fíjense si no en los liberales alemanes o ingleses. Más difícil es no tener partido.
Por eso, yo no soy de Ciudadanos, puedo tener -y de hecho tengdo- discrepancias profundas con Jordi Cañas i ni siquiera me considero amigo suyo por aquello de mantener siempre la distancia con un poítico en activo.
Ni siquiera me considero ya socialdemócrata a mi edad. Eso está muy bien de joven. Me parece que Jordi todavía presume de ello.
Pero si alguien no lo remedia Ciudadanos se dirige con paso firme y seguro hacia la irrelevancia. Mejor dicho: hacia la extinción parlamentaria.
Y, de hecho, Vox ya los ha suplido como oposición dura al proceso.
Más difícil lo tienen todavía en Madrid.