Ha llegado el momento de ajustar cuentas.
Pacífica, democrática pero también firmemente. Sin complejos.
Al fin y al cabo, tras la aplicación del 155, estuvieron meses con lo de ni oblit ni perdó.
Luego el ho tornarem a fer.
Bueno, pues eso.
Ahora nos toca a nosotros.
Los que hemos aguantado la tabarra durante más de diez años.
Estoy harto de que me miren por encima del hombro o por el rabillo del ojo.
Al fin y al cabo esto ya no tiene solución.
Han dividido Catalunya en dos comunidades.
Si me apuran hasta tres.
Los indepes, los no indepes y más de un millón de extranjeros que lo único que quieren son papeles.
Les da igual quien se los dé. Si la República Catalana o el Estado español.
Por eso, ahora que no vengan con el cuento de que es disonancia cognitiva.
Sabían perfectamente que esto no saldría bien. Y, a pesar de ello, siguieron adelante.
O que no se imaginaban la reacción del Estado.
¿Qué esperaban?
Cualquier Estado, ante un órdago semejante, hubiera reaccionado igual o peor.
No quiero ni pensar qué habrían hecho en Alemania o en Estados Unidos si Baviera o Texas hubieran declarado la independencia unilateral.
Es impensable.
Y más con el apoyo de menos de la mitad de la población.
En resumen: el proceso ha sido una inmensa tomadura de pelo.
Ya basta.
Ya no pueden engañar más.